En España existe un muy bajo porcentaje de personas que deciden dejar todo atado antes de morir, lo cierto es que se trata de un trámite muy sencillo y económico que puede favorecer todo el proceso sucesorio cuando una persona fallece. Salvo excepciones, las formas más comunes de redacción de testamento son el notarial abierto y el ológrafo.
Tipos de testamento, ¿cuál es el más conveniente?
El ológrafo, se trata de un documento que pude redactar cualquier persona en su intimidad y en el que expresa su último deseo. Es necesario que conste firma y fecha completa (año, mes y día), en el caso de faltar alguno de estos datos, no tendrá ningún tipo de validez. Los principales inconvenientes de este modelo de testamento es que necesita de un proceso de comprobación de validez que puede resultar largo y tedioso.
En el caso del testamento notarial abierto, debe realizarse en presencia de un notario quien redacta y asesora a la persona interesada para que se haga todo conforme a la ley. También existe el testamento cerrado, que se guarda en la notaria y su contenido es confidencial hasta que los herederos vayan a reclamarlo una vez ha muerto el testador.
Para realizar un testamento no es necesario tener un inventario de bienes, ni definir concretamente las partes a repartir. Solo basta con cumplir con las legitimas, que se trata de definir lo que le corresponde por ley a los herederos forzosos. Recuerda que en cualquier momento se puede modificar.
Si quieres saber por qué es recomendable testar, mira este artículo en el que hemos abordado el tema.
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