Las herencias en ocasiones suelen representar un proceso agotador y costoso para algunas personas. Por esta razón, cada día es más habitual recomendar la realización de un pacto sucesorio, dentro del cual los implicados llegan a un acuerdo para la repartición de los bienes o se establece un contrato en el que se expone el compromiso de entregarlos cuando se produzca el fallecimiento. Este método es uno de los más utilizados principalmente por parejas con hijos de diferentes matrimonios, con el objetivo de garantizar que el legado se transmita en su totalidad y con las especificaciones dadas. Se cumple con la voluntad de quien desea ceder su patrimonio y se elimina la incertidumbre sobre las sucesiones.
Una de las ventajas más significativas es el ahorro de impuestos. Cuando se quiere hacer valer un testamento, hay que llevar a cabo unos pasos fundamentales como el pago de “Impuesto de Sucesiones y Donaciones”. Sin embargo, dependiendo del territorio, este pacto representará un pago mucho menor. Es un trámite irrevocable, por lo cual, si en algún momento se desea modificar debe ser de común acuerdo.
Para ser parte de un pacto sucesorio, es importante que exista un vínculo de parentesco entre los involucrados: ascendientes (padres-abuelos), descendientes (hijos-nietos), cónyuge, parejas de hecho, primos, sobrinos, tíos, suegros.
Al momento de una herencia, a diferencia del testamento que es un acto unilateral, el pacto sucesorio no solo depende de quién lo firma, sino que debe ser estipulado por mínimo dos personas. Es un proceso que se realiza ante un notario y en escritura pública. No obstante, aún no está reconocido en el código civil, por lo que solo algunas comunidades lo aprueban y lo llevan a cabo.
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