Anteriormente, cuando un heredero se negaba a firmar la herencia, solo se podía acudir a un tribunal para solucionar este tipo de inconvenientes. Sin embargo, con el paso de los años, se han dispuesto otro tipo de procedimientos para poder desbloquear situaciones que impidan continuar con el curso de la herencia, ya sea que exista un testamento o que no.
En cualquiera de los dos casos, si el fallecido fue quien determinó quienes serían los herederos o fue el estado, deben aceptar o renunciar a la adquisición de los bienes que se les están dando. Por esa razón, cualquier persona que tenga interés en que la herencia se entregue, puede solicitar una interpelación notarial.
Es fundamental que haya un interés auténtico en la herencia al momento de acudir ante un notario. Si este determina que los bienes si deberían ser repartidos, procederá a realizar la interpelación notarial, que es un requerimiento en el cual se realiza la pregunta y el heredero tiene 30 días para decidir si la acepta o la rechaza.
En algunas ocasiones, la herencia tiene más deudas que bienes, en caso de que se cumpla el plazo y el heredero no dé una respuesta, se asume automáticamente que la aceptó y tiene que hacerles frente a éstas. Lo ideal es que el notario desbloquee cualquier problema que se presente para que la partición se realice como es debido.
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